¿Vamos a pasar el día?

En los pastos altos y amarillos, a unos metros de la laguna, se armaba la ronda del mate. Comíamos y comíamos.
Poníamos una chapa oxidada para tener reparo del viento, nos metíamos al agua con zapatillas viejas bien atadas, calentábamos agua en una botella de plástico que con pericia había que colocar sobre el fuego, y alguna vez, en la laguna más grande de todas las cercanas a Quiroga, rompimos una red clandestina.