7/09/2009

Las invernales fiestas patrias

En Quiroga no hacía tanto frío como en el cuento de Fontanarrosa del Día de la Bandera, pero yo me acuerdo que el viento se embolsaba en el patio de la Escuela 13.
Para colmo, había que llevar el guardapolvo sin ningún abrigo arriba. Las nenas íbamos de pollera, así que las rodillas nos quedaban al descubierto. También íbamos sin guantes ni gorros de lana.
Nos parábamos en el patio de la escuela, nos hacían tomar distancia (supongo que para que el viento pudiera circular libremente) y dos o tres de los alumnos más aplicados llevaban la bandera hasta el mástil. La ataban con dedos engarrotados y con el acompañamiento de Aurora la subían centímetro a centímetro durante toda la canción.
Nosotros intentábamos cantar pero los oídos nos zumbaban del frío, perdíamos sensibilidad en las manos, la nariz nos goteaba un poco y los ojos se nos secaban tanto que dolía pestañear.
Eso sí, nos quedábamos bien derechos, ya que no había forma de doblar nuestras rodillas congeladas.
A continuación de Aurora empezaba Mi bandera, entonces marchábamos al salón de actos.
Ahí nos tocaba ver el acto desde un costado y, como yo estaba entre los altos, quedaba atrás de todo, así que nunca pude apreciar las expresiones artísticas con las que honrábamos la patria.

Me acordé de todo esto porque cada invierno, cuando salgo bien abrigada a la mañana y hace mucho frío, sin darme cuenta me pongo a cantar "Alta en el cielo / un águila guerrera..."

No hay comentarios.: