3/05/2010

Tierra fértil

A comienzos de los 80, a los chicos más grandes de la escuela les tocó realizar ese conocido experimento de hacer crecer una planta en tres tipos de suelo: arcilloso, arenoso y humus.

La maestra, que tenía el salón dividido en tres filas, entregó semillas y una caja con cada tipo de suelo a cada uno de esos grupos.

Esta experiencia no incorporaba mucho a sus conocimientos, y los chicos que se sentaban en la fila de la ventana vieron enseguida que no tenían la caja ganadora: les había tocado la arena.






Nos educaban para que, aún conociendo el resultado, las dos filas perdedoras dejaran pasar los días con resignación, mientras crecía la planta de los chicos de la fila del medio, los que tenían el humus.


Pero los chicos de la fila de la ventana habían avanzado un paso más que el ministerio de educación y conocían la agricultura moderna.

Una mañana, antes que llegara la maestra, dos o tres de aquellos chicos agregaron fertilizante a la arena.







Días después vieron que mientras el humus y la arcilla respondían a las expectativas, uno con pequeños brotes y otro con el fracaso que todos anticipaban, en la arena se levantaban orgullosas varias plantitas que sacaban ventaja a las que crecían de acuerdo a lo esperado en la naturaleza.
Pero como los chicos desconocían las dosis adecuadas de fertilizante, las plantas se quemaron.
La maestra no tuvo dificultades en averiguar lo sucedido, que quedó guardado en la memoria de la escuela como una travesura.






Sin embargo, la lección que dejaron aquellos chicos es mucho más compleja: demostraron que en aquel entonces ya eran obsoletos los programas de la escuela y que antes de resignarse a un fracaso, valía la pena aceptar el desafío.


Dedicado a los chicos del grupo 1970-1971 y a C., que se acuerda de todo.

1 comentario:

Néstor dijo...

Ja..ja..ja..
Que inteligente conclusión!!!
No es que haya sido parte de esta historia...je je
Pero puedo agregar algún dato más a esta anéctoda:
En esos años no abundaba la información, no existía el "Canal Rural" y ni remotamente Internet, lugares donde los alumnos hoy pueden despejar sus dudas.
Siempre había sido una curiosidad, para esos niños "inocentes", aquella bolsa con granos blancos que la mamá de uno de los integrantes del grupo tenía muy bien guardada arriba de la casilla del gas, lejos del alcance de las manos.
Pero ante la decepción de tener que sembrar semillitas de maiz en arena, esos granitos blancos serían la "gran solución".
El problema radicaba en el acceso al paquete y en la dosis a implementar sobre el cajoncito de arena, así que los pequeños "cientificos" comenzaron la tarea, que posiblemente fué en la famosa "hora de la siesta", territorio de libertad y fuera del alcance de la vista de mayores entregados a Morfeo. Haciendo pié en diferentes objetos, entre ellos un lavarropas y una bici, se hicieron del preciado material "mágico". A puñados y con el temor de quedarse cortos, comenzaron la tarea de fertilización. "Mas vale que sobre y no que falte" fué la consigna, y ahí estuvo el error. Al principio el experimento había sido un éxito, pero el exceso quemó las verdes y prominentes plantitas.
Si aquellos alumnos hubieran tenido el acceso a los medios de información de la actualidad, verdaderamente el experimento del humus, la arcilla y la arena no habría funcionado para la maestra, pero sembró en aquellos alumnos el sentido de la investigación, de la prueba y del error... Y sobre todo el hecho de que ante la adversidad siempre es posible encontrar una solución. Y aunque no resulte... LO IMPORTANTE ES INTENTARLO...